A los ciudadanos españoles nos ha causado sorpresa la
coalición para formar gobierno en Alemania. Adversarios electorales enconados y
tradicionales como CDU/CSU y SPD, se van a sentar en la misma
mesa, van a formar parte del mismo ejecutivo.
Nos puede sorprender ya que es una coalición contra natura. Para nosotros es
impensable una coalición gubernamental en la que se encuentren PP y PSOE
sentados en los mismos sillones. Aunque la praxis de la política, tanto en
nuestro país, como en otros cercanos, no difiera tanto de unos a otros. De
todas formas, que en España formen parte del mismo gobierno la derecha y la
supuesta izquierda, causaría la repulsa, rozando la repugnancia, sobre todo en los
afectos, al corazoncito que cada cual tenemos en lo tocante a simpatías o
identificación con una opción política u otra.
Volviendo a la nación germana. Les ha costado dos meses,
DOS
MESES, ponerse de acuerdo. Y en tanto el país sin cabeza pensante (es
un decir) que dirija la economía, las prestaciones a los ciudadanos, el
quehacer diario de la nación… la dirección política del país en definitiva.
Evidentemente, para ponerse de acuerdo, las dos formaciones políticas teutonas
habrán tenido que dejar en la cuneta promesas electorales, principios éticos y
esperanzas de los votantes que confiaron en ellos. ¡Eso es igual!, el caso es
sentarse en el sillón, tener un buen despacho y las prebendas que acompañan al
cargo. Y luego dirán que hay desencanto entre los ciudadanos con la clase
política.
Lo ético, lo moralmente ético, hubiera sido que formaran
gobierno con formaciones cercanas en ideología ya que serían también cercanas,
en los sentimientos y deseos, a sus votantes. Una colación entre dos partidos
de izquierda o de derechas es entendida por los votantes respectivos, pero una
coalición entre un partido de derechas y otro de izquierdas, es sencillamente
inmoral.
Un aspecto que la prensa dirigida de este país no ha
mencionado siquiera: el significado que tiene el resultado electoral en
Alemania. La todopoderosa, soberbia y rubicunda “kaisera” ha fracasado
estrepitosamente. Los ciudadanos no han apoyado mayoritariamente, como le
decían las encuestas preelectorales, la política de rapiña que ha venido
practicando tanto en su país, como en el resto de la Unión Europea en
favor de los lobbys financieros. Y todavía les resta a los alemanes lidiar con
el odio hacia ellos que está generando en los países del Viejo Continente la
práctica de esta conversa al neocapitalismo. ¡Al tiempo!. Es muy posible que
las renuncias de las formaciones conservadora y socialdemócrata no sean
suficientes y se vean obligados a dar otra vuelta de tuerca, o puede que algo
aún más doloroso.
A ver si en nuestro país, en España, los que están
sentados en las poltronas se enteran y toman buena nota de que no se puede
gobernar de espaldas al pueblo, que los intereses de los ciudadanos están por
encima de los de las corporaciones financieras y grupos de presión económica. Lo
contrario, a más largo o más corto plazo, lleva a ser desalojados del poder.
¡Tomen nota Sr. Rajoy y Sr. Rubalcaba!.
El problema es el poso que dejan estas decisiones:
mantenerse a toda costa instalados en el poder, lleva consigo la decepción de
los ciudadanos. La idea de que “todos son iguales”, es un virus que se instala
en lo más profundo de los sentimientos, y sanar ilusiones enfermas es muy, pero
que muy difícil.
¿Habrá que dar la razón a los que, machaconamente desde
hace algunos años, cuando se refieren a los políticos, repiten que todos son
iguales?
Nino
Granadero
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