Con ocasión de la formación
de gobierno en coalición por la Sra. Merkel como consecuencia de la pérdida de
la mayoría en Alemania tras los resultados de las últimas elecciones, escribimos
un artículo en estas mismas páginas (¿CONTRA
NATURA?, 6 diciembre 2013) en el que arriesgábamos la posibilidad de un
gobierno de coalición en España como consecuencia de la pérdida de confianza de
los ciudadanos en el bipartidismo.
Hoy, pasados
seis meses de nuestro artículo, son los medios de comunicación nacionales
(prensa, TV y Radio) y los dos principales partidos (de momento) del panorama
político nacional los que empiezan a trabajar con la hipótesis de la Gran
Coalición. Y nada es casual, sino que la causalidad es la que dicta los
senderos políticos, la causalidad y los intereses mediáticos, lo que con tanta
modernidad llamamos “lobbys” y que siempre han sido llamados grupos de presión.
A los grandes
banqueros, gran
des financieros y grandes empresarios, la oligarquía pura y
dura, les interesa la Gran Coalición. Están seguros que sus intereses
económicos van a seguir siendo prioritarios en un gobierno donde esté la
derecha. No hay más que recordar la bochornosa foto del Sr. Rajoy con los
grandes empresarios y banqueros que, a pesar de la crisis, han repartido
dividendos entre sus accionistas mientras miles de ciudadanos recolectan su
comida en los contenedores de basura de los supermercados y miles de autónomos
y pequeños empresarios se han ido a la ruina. Y esta sí que es una foto real
por mucho que moleste al Presidente del Gobierno y sus colegas de foto.
Pero volvamos
a la maniobra del lanzamiento de la coalición promovida por los grandes
empresarios y banqueros utilizando voceros que comen de su mano: periódicos,
radios y tv a los que se nutre convenientemente. Si se consigue que la gran
coalición sea una realidad, los intereses de los promotores están garantizados.
De ello se encargarán, como siempre, las fuerzas conservadoras.
Tiene algunas cosillas, que
podríamos llamar indecentes, la opción de la coalición: lo primero el poco
respeto a la voluntad de los ciudadanos que expresen las urnas. Porque si una
gran mayoría de los votantes votan a las fuerzas de derechas (PP-UPyD) o a las
de izquierdas (PSOE-IU), se puede entender que sea lógica la formación de
gobierno por los partidos afines, pero que formen gobierno dos partidos
ideológicamente opuestos, al menos en teoría porque la praxis no refleja tal
confrontación ideológica, no sería ni bien visto ni éticamente asumible, además
de un secuestro real de la voluntad popular. Y eso pasaría factura a largo y
medio plazo.
Claro que esto se la trae
al pairo a los poderes fácticos (nos gusta llamarle así porque es el término
que mejor los define a pesar de más de 40 años de democracia). A estos sujetos
lo que les interesa es un gobierno que proteja sus intereses, les da igual el
color o la etiqueta que se ponga. Con el PP manipulando el gobierno de una
coalición, los poderes económicos tienen garantizados sus beneficios y sus
prebendas.
Sabemos que estamos en lo
que los analistas y teóricos políticos denominan democracia formal, que es muy
distinta a una democracia real. En nuestro país nos limitamos a votar lo que
interesa a los partidos mayoritarios, lo que nos ponen en las papeletas los
“capos” de los partidos. Luego hacen con nuestros votos “lo que les sale del
forro”. Tiran a la papelera los programas electorales para cumplir los deseos
de la oligarquía (nuevamente repetimos el término en toda su extensión). Y el
ejemplo lo tenemos a la vista, de ahí el subtítulo de El Gran Dictador que
ponemos entre paréntesis a este escrito.
Pero que quede claro que la
oferta de la Gran Coalición tan sólo beneficia a la derecha: es una maniobra
para desmantelar las posibilidades de cambiar esta sociedad por algún partido progresista.
Se pretende enterrar definitivamente las aspiraciones de las clases populares
dando la puntilla, políticamente, a los partidos de izquierda. De esta forma,
la autopista queda libre de peajes para la derecha y sus representados y
patrocinadores. El ingreso del PSOE en un gobierno junto al PP sería un
suicidio, poner fecha de caducidad a un proyecto ya de por sí lo suficientemente
tocado en la línea de flotación como para echar más lastre al barco del
proyecto (?) socialista.
Por eso, para estas
elecciones europeas tenemos que tener claro a quienes no votar: a los que nos
han engañado durante los dos últimos gobiernos. No obstante cada cual que haga
lo que crea mejor que la esencia de la democracia es precisamente eso, el
derecho que tienen los ciudadanos de equivocarse.
Insistimos: Si los ciudadanos quieren un gobierno donde haya dos,
tres o más partidos de un mismo signo, que se respete la voluntad de los
ciudadanos. Lo contrario es bastardear la política.
Nino
Granadero
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