LAS
CUATRO PATAS DE LA MESA
Permítasenos,
al menos por una vez, que sean cuatro las columnas que cimienten estas líneas.
Alguien puede pensar que pueden ser muchas más de cuatro, porque los temas que
dejan flecos en este Gobierno de ineptos que está destrozando y arruinando este
país son tantos que posiblemente habría para todo un bloque de viviendas,
habría que poner la menos 30 ó 40 columnas al edificio para que no se venga
abajo, pero seremos escuetos y nos ceñiremos a tan sólo 4 temas, a las cuatro
patas que tiene normalmente una mesa: los interinos de la Sra. Cospedal , la
sentencia contra la privatización de la sanidad madrileña, los aspirantes a
indultados y la aparición de la nueva alternativa a la derecha o, mejor dicho,
a esta extrema derecha que se ha adueñado del gobierno.
Entremos
en materia: los interinos de la Señora
Cospedal. Resulta que ahora el Tribunal Superior de Justicia
desautoriza los despidos masivos del Gobierno de Castilla la Mancha de hace un
año y medio. Traducido: que hay que readmitir a los despedidos y pagarles las
nóminas desde el día que se acometió la tropelía. Independientemente de lo que
puede suponer de lastre para el erario público de esa comunidad autónoma, hay
una cosa mucho más grave achacable tan sólo a la torpeza demostrada por la
citada señora: se ha perdido durante 1 año y medio en calidad del servicio
público y encima cuesta el dinero la no prestación de ese servicio. Durante un
año y medio 500 empleados públicos han sido obligados a no asistir a su trabajo
con lo que los ciudadanos no se han podido atender como correspondía. Y encima
los ciudadanos, por medio de los impuestos que les recaudan, han de pagar los
sueldos de un año y medio de estos 500 funcionarios. Y la Sra. Cospedal tiene
la indecencia de no irse a su casa. Alguien, sugerimos que la Sra. Cospedal ,
debería pensar muy seriamente que lo ético es presentar la dimisión.
Segundo
borrón: Sanidad de Madrid. ¡Menudo pescozón le han dado los tribunales al
Gobierno de Madrid. Se prohíbe la privatización de la sanidad pública
madrileña. Ya están afilando los colmillos los empresarios listillos que habían
previsto forrarse con la sanidad. Hay circulando listas de “perjudicados” en
varios cientos de millones de euros que dicen que han invertido (la verdad es
que no nos lo creemos). Y parece que la intención de esos linces empresariales del
pelotazo y tente tieso, es exigir daños y perjuicios al gobierno de la
comunidad madrileña. O sea que nos toca pagar, como siempre, a los ciudadanos.
Y el Sr. González, el presidente madrileño, se queda tan tranquilo con que
dimita tan sólo su Consejero de Salud. Seguro que a él ni se le ha ocurrido
imitar el gesto de su Consejero. Por cierto que los triunfadores, los
sanitarios madrileños han atribuido el éxito, generosamente, al apoyo popular,
¡a ver si aprenden otros!.
Sobre
el tejado del Gobierno de la nación planea una siniestra sombra: los indultos.
No nos referimos a que se indulte a la señora que compró los pañales de su hija
con una tarjeta que se encontró, o al choricillo de turno que robó una
bicicleta. Lo grave de los indultos que llegarán a la mesa del Consejo de
Ministros, es que se trata de personajes del mundo de la política, o
relacionados con ella, que han robado (eso dicen los tribunales) dineros
públicos. Y ahora tienen la poca vergüenza de pedir que se les perdone. Claro
que como han visto que conductores suicidas y condenados en otros países son
indultados por el mérito de tener “buenas relaciones”, estos personajes habrán
pensado que ellos no van a ser menos. Algo de dignidad es lo que le hace falta
a este Gobierno en este asunto, y también en otros.
Y
pronto comenzará a colear el tema del nacimiento de ese nuevo partido de
derechas. El nuevo partido está aglutinando a personalidades de la derecha,
tanto que hasta el venerado Mayor Oreja se ha desmarcado de su amigo Mariano.
Cómo estará el tema que ni la misma derecha confía en el gobierno de don
Mariano, un gobierno legal porque así lo dijeron las urnas, pero ilegitimo
porque no tiene legitimidad ya que está engañando a sus propios votantes
haciendo lo contrario del compromiso que adquirió.
Esto
lo hemos dicho en varias ocasiones, y lo repetimos: Un programa electoral es un
contrato que se firma con los ciudadanos, y si se rompe el contrato, la ruptura
deslegitima al político. Mas alto se puede decir, más claro no: Sr. Rajoy,
¡váyase de una vez que no se fían de usted ni sus mejores amigos!.
Nino Granadero
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