Siempre pasa lo mismo en
este País. Siempre, siempre, siempre. Parece como si fuera congénito.
Popularmente se dice que para que se ponga un semáforo, tiene que haber un
muerto. Y se cumple. Se ve el peligro, pero se le ignora. No va con nosotros.
Se mira para otro lado. Se advierte que
cualquier día va haber una desgracia, pero no se echa cuenta, hasta que llega
el día que ocurre y entonces vienen las lamentaciones, las prisas, los parcheos
y las preocupaciones aparentes de los responsables de haber evitado que se produjera
esa desgracia si se hubiera prevenido y puestos los medios adecuados para que
eso no sucediera.
Los vecinos, el pueblo
avisa, advierte y las autoridades responsables no les hacen caso, pasan e
ignoran.
Miles de muertos. Miles.
Miles y nadie nos hemos querido enterar de esos miles de muertos. No son de
aquí. No nos tocan. Son del tercer mundo. Que se mueran. Qué más da. Que se
mueran. No son de aquí. Son de allá. De África. Del continente de los
experimento. De la negrura, de la esclavitud, de la riqueza natural y del
expolio. De la enfermedad y de los virus de la muerte. Nos coge lejos. La
ignoramos. África. Es África. África la desvalida donde puede ocurrir cualquier
cosa porque es tercer mundo. Campar los virus de la muerte a sus anchas y con
plena libertad sin que se les pongan coto a su presencia. Es tercer mundo. Qué
importan sus muertos. Qué importan. No son nuestros muertos. No lo son. Sida, Ébola… ¿Cuántos más quedan por venir? ¿Cuántos por
padecer? ¿Cuántos? ¿Cuántos?
Esta globalización
interesada para hacer más rico al rico y más pobre al pobre, tiraniza,
desprecia y esclaviza a la humanidad, teniendo como objetivo principal los
resultados productivos de beneficios y las riquezas dinerarias. Los muertos son
de otros. No importan.
Las cruzada, las guerras
santas, las tratas esclavas parecen que son de ayer y están más presentes que
nunca. Las guerras mundiales parecen que terminaron con la segunda y sin
embargo estamos inmersos en la tercera sin que nos demos cuenta de la
destrucción masiva a la que estamos sometidos por los grandes lobbies. A estos
les importan los resultados de beneficios dinerarios y de poder. Lo demás, les
traen sin cuidado como impersonales que son.
Ha bastado que la
irresponsabilidad de un gobierno del “primer mundo” (España) cometa el “error”
que nunca debería haber cometido para que se monte la “marimorena” y empiece a
preocupar ese virus letal llamado ébola.
Ahora sí nos toca. Ahora nos ponemos nerviosos. Ahora sí nos preocupa.
Ahora sí son nuestros muertos. Ahora sí.
Ahora sí.
Y vienen las justificaciones
de por qué ha sucedido ese “error”. La prensa se llena de titulares; las
noticias televisivas informan del desastre y
como consecuencias se crea alarma social, con lo que los políticos de
turnos salen a la palestra justificando lo injustificable, responsabilizando y
culpando a los contagiados y a los muertos de todo lo que acontece, de pena, sin que se les caiga la cara de vergüenza, a
los políticos, ni se ruboricen en su irresponsabilidad más absoluta.
Pero, ¡claro!, que podemos esperar
de un gobierno que entró a gobernar mediante la mentira.
Ahora sí son nuestros
muertos y el daño colateral repercutirá favorablemente en ese continente negro
desvalido, explotado, expoliado y dejado a su suerte con este virus de la
muerte. Algo bueno le tiene que pasar a África tan solo por el egoísmo propio
del primer mundo.
Simón Candón 10/10/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario