¿Cómo estará el nivel de ética entre nuestros políticos, que la noticia
sensacional y que merece el titular de todos los periódicos de este país es la
dimisión de una ministra que nunca tuvo que haber sido nombrada?
Tiene su explicación la magnificencia que ha adquirido la noticia: en
España estamos poco acostumbrados a que alguien dimita, y mucho más desde que
don Mariano Rajoy está al frente del partido que gobierna (?) en nuestro país.
¡Ya era raro antes, pero es que ahora…! Los casos de corrupción campean a sus
anchas por la piel de toro y nadie de los que tienen responsabilidad, se va a
su casa.
Chorrean los casos de las tarjetas, de los insultos del Consejero de
Sanidad hacia una sanitaria contaminada por el ébola, sujetos corruptos que
cobran comisiones por adjudicar contratos, pagos en dinero negro, manos sucias
con los EREs, … No hay espacio, así que con una pequeña muestra es suficiente.
Y eso que no hemos hablado del pequeño Nicolás (sin entrar ni salir en los
comentarios de este jovenzuelo, en sus posibles delirios, o en sus posibles
verdades, es increíble que un chico de 20 años traiga de cabeza a los Gobiernos
de la Nación, al Gobierno de la CC.AA. de Madrid, al Ayuntamiento de Madrid, y
al “sursum corda”).
Lo que no se entiende es que una señora que no se entera de nada, pueda
tener capacidad para estar al frente de todo un Ministerio y para deliberar y
tomar decisiones en asuntos que afectan a millones de ciudadanos. Doña Ana Mato
no se enteró nunca de que tenía un coche de lujo en su cochera, ni de donde
salían los euros para hacer tantos viajes con su marido, ni quien le regaló los
globos y confetis de las fiestas de cumpleaños de su retoño (por supuesto que
menos del por qué de esos regalos), ni de muchas otras cosas. La señora Mato no
se enteraba de casi nada. ¿Se enteraría cuando le llegaba el sueldo de ministra
a su cuenta?
Lo que sí parece que se enteró, y comprendió al cien por cien, es de las
órdenes de la señora Merkel por medio de su correveidile preferido, para que
hiciera los recortes adecuados en sanidad, en dependencia y demás menudencias
que no se merecían que se les diera gratis a los pobretones de este país.
Porque las hazañas de esta señora, la señora Mato, con respecto al ébola merece
capítulo aparte, ya en su día le dedicamos con todos el cariño que merece la
gestión de esta conservadora “progre”.
Por eso, como decíamos al principio, comprendemos el sensacionalismo de
la noticia: no todos los días, ni todos los meses, ni todos los años se nos
ofrece un “sacrificio” de tamaña importancia. Una dimisión, en democracia, es
reconocer que eres culpable de una conducta indigna y que aceptas ser juzgado
por ello, o que se asume la culpa de los errores propios.
En este caso, en el de la dimisión de Ana Mato, antes que se le pongan
paños calientes y se busquen justificaciones (seguro que don Mariano la
presenta como una mujer de conducta intachable y ejemplo a seguir, como ya hizo
en su día con Fabra, con Matas y alguno más). Hay que decir que la ya
ex-ministra se va porque un juez la considera "partícipe a título
lucrativo" en asuntos de dineros poco claros, como es la trama Gürtel.
Esta es la noticia que se ha publicado en los medios de comunicación;
las personas decentes esperamos los titulares que deberían producirse si don
Mariano tuviera dignidad y vergüenza: su dimisión.
Nino Granadero
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