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viernes, 21 de noviembre de 2014

CORRUPCIÓN S.A.


Nos estamos acostumbrando y eso no es bueno. No es bueno que se nos queden indiferentes los oídos ante las noticias que nos dicen que hoy han sido imputados nosecuantos sujetos por corrupción, por empleo de tarjetas, por cobrar comisiones, o por lo que sea que no se ajusta a la ley. Por supuesto que quedan sin imputar muchos otros cuya conducta no se adapta a los más elementales principios de ética y moralidad, aunque no estén contemplados como ilegales sus conductas.

En una sociedad normal, en la que los comportamientos democráticos se rigen por la transparencia, estos escándalos llevarían aparejados la dimisión (decimos DIMISIÓN, NO CONFUNDIR CON CESE O LA EXIGENCIA DE DIMISIÓN POR TERCEROS) y la condena social al ostracismo de lo público para el delincuente. Aquí, en nuestro país, después de 38 años de “democracia”  no dimite nadie  de “motu propio”; es más algunos se niegan a dimitir incluso cuando son encarcelados y sin posibilidad de constituir fianza.

Hay responsables políticos que han apoyado públicamente, y han puesto la mano en el fuego, por sujetos que luego han sido condenados por los tribunales, con lo que de apoyar a “presuntos” cuya inocencia se presupone, han pasado a apoyar a delincuentes probados. Ejemplos háylos varios y residiendo en el hotel de las rejas. Claro que se buscan las triquiñuelas para darle un indulto disfrazado de permiso penitenciario. ¡Y no se les cae la cara de vergüenza a esos altísimos dirigentes de la cosa pública!. Evitamos dar nombres, ¡no hace falta!; lo tenemos tan claro que nos ahorramos el trabajo.

Cuando se habla de tercermundismo, a todos nos vienen a la mente las imágenes de niños comidos por moscas, desnutridos y rodeados de basuras y viviendas inmundas. Nos trasladamos a países con retraso económico (lo de atraso cultural es más discutible), con dictadores sanguinarios y castas tribales que imponen sus deseos e intereses por encima de todo. Contemplamos y denunciamos que los derechos humanos se pisotean constantemente, que la vida humana no tiene valor, etc. Pero hay manifestaciones de “tercermundismo” en países desarrollados del primer mundo.

Tercermundismo también es tolerar y proteger, como se hace en España, a individuos indignos, delincuentes de guante blanco, a los que tampoco les preocupan los derechos de sus conciudadanos. Manifestaciones de tercermundismo son permitir que se expulse de su vivienda a personas cuando hay un comportamiento ignominioso por parte de los poderes económicos, cuando los poderes públicos, que deben proteger al débil, tan sólo hacen valer los abusos, legales eso sí, de los poderosos, cuando se engaña a los ciudadanos, cuando se miente de forma descarada en lugares que deberían ser sagrados en una democracia como son los parlamentos, cuando se admiten comisiones y dineros de procedencia oscura por parte de los que deberían vigilar por la limpieza de las costumbres democráticas. Hay tercermundismo cuando se permite la oferta de comisiones por parte de “empresarios”, que en realidad son carroñeros, por obtener un contrato público.

Tercermundismo no sólo son moscas y basuras sino también comportamientos indecentes e indignos. ¡Y todavía sigue haber dimisiones en cascada!.

Los ciudadanos se preguntan cuándo los personajes públicos de nuestro país, los que se dedican a la política, tendrán comportamientos adecuados, como en los países de nuestro entorno. Porque a nuestros tan europeístas políticos, se les llena la boca con la Unión Europea a la hora de establecer limitaciones a los derechos de los españoles y recortes económicos a los sufridos votantes, pero se olvidan de comportarse como el resto de sus colegas europeos dedicados a la política. Se echa de menos en este país una buena, enorme, dosis de moralidad.

Y se sienten ofendidos porque los profesionales de los sondeos socio-políticos, proclaman a gritos que los ciudadanos van a castigar a los políticos de la “casta”. La realidad es que estos políticos integrantes de la “casta”, se lo están poniendo en bandeja a las alternativas políticas emergentes.

Nino Granadero

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