Nos estamos acostumbrando y
eso no es bueno. No es bueno que se nos queden indiferentes los oídos ante las
noticias que nos dicen que hoy han sido imputados nosecuantos sujetos por
corrupción, por empleo de tarjetas, por cobrar comisiones, o por lo que sea que
no se ajusta a la ley. Por supuesto que quedan sin imputar muchos otros cuya
conducta no se adapta a los más elementales principios de ética y moralidad,
aunque no estén contemplados como ilegales sus conductas.
En una sociedad normal, en
la que los comportamientos democráticos se rigen por la transparencia, estos
escándalos llevarían aparejados la dimisión (decimos DIMISIÓN, NO CONFUNDIR CON CESE O LA EXIGENCIA DE DIMISIÓN POR TERCEROS)
y la condena social al ostracismo de lo público para el delincuente. Aquí, en
nuestro país, después de 38 años de “democracia” no dimite nadie de “motu propio”; es más algunos se niegan a
dimitir incluso cuando son encarcelados y sin posibilidad de constituir fianza.
Hay responsables políticos
que han apoyado públicamente, y han puesto la mano en el fuego, por sujetos que
luego han sido condenados por los tribunales, con lo que de apoyar a
“presuntos” cuya inocencia se presupone, han pasado a apoyar a delincuentes
probados. Ejemplos háylos varios y residiendo en el hotel de las rejas. Claro
que se buscan las triquiñuelas para darle un indulto disfrazado de permiso
penitenciario. ¡Y no se les cae la cara
de vergüenza a esos altísimos dirigentes de la cosa pública!. Evitamos dar
nombres, ¡no hace falta!; lo tenemos tan claro que nos ahorramos el trabajo.
Cuando se habla de
tercermundismo, a todos nos vienen a la mente las imágenes de niños comidos por
moscas, desnutridos y rodeados de basuras y viviendas inmundas. Nos trasladamos
a países con retraso económico (lo de atraso cultural es más discutible), con
dictadores sanguinarios y castas tribales que imponen sus deseos e intereses
por encima de todo. Contemplamos y denunciamos que los derechos humanos se
pisotean constantemente, que la vida humana no tiene valor, etc. Pero hay
manifestaciones de “tercermundismo” en países desarrollados del primer mundo.
Tercermundismo también es
tolerar y proteger, como se hace en España, a individuos indignos, delincuentes
de guante blanco, a los que tampoco les preocupan los derechos de sus
conciudadanos. Manifestaciones de tercermundismo son permitir que se expulse de
su vivienda a personas cuando hay un comportamiento ignominioso por parte de
los poderes económicos, cuando los poderes públicos, que deben proteger al
débil, tan sólo hacen valer los abusos, legales eso sí, de los poderosos,
cuando se engaña a los ciudadanos, cuando se miente de forma descarada en
lugares que deberían ser sagrados en una democracia como son los parlamentos,
cuando se admiten comisiones y dineros de procedencia oscura por parte de los
que deberían vigilar por la limpieza de las costumbres democráticas. Hay
tercermundismo cuando se permite la oferta de comisiones por parte de
“empresarios”, que en realidad son carroñeros, por obtener un contrato público.
Tercermundismo
no sólo son moscas y basuras sino también comportamientos indecentes e indignos.
¡Y todavía sigue haber dimisiones en cascada!.
Los ciudadanos se preguntan
cuándo los personajes públicos de nuestro país, los que se dedican a la
política, tendrán comportamientos adecuados, como en los países de nuestro
entorno. Porque a nuestros tan europeístas políticos, se les llena la boca con
la Unión Europea a la hora de establecer limitaciones a los derechos de los
españoles y recortes económicos a los sufridos votantes, pero se olvidan de
comportarse como el resto de sus colegas europeos dedicados a la política. Se echa de menos en este país una buena,
enorme, dosis de moralidad.
Y se sienten ofendidos porque
los profesionales de los sondeos socio-políticos, proclaman a gritos que los
ciudadanos van a castigar a los políticos de la “casta”. La realidad es que
estos políticos integrantes de la “casta”, se lo están poniendo en bandeja a
las alternativas políticas emergentes.
Nino
Granadero
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