¿POR DONDE EMPIEZO?
Son tantas las cosas que
están ocurriendo, que me pierdo en un
laberinto de injusticias a las que nos tiene sometidas este gobierno de las Españas. Si los toros y el fútbol fueron elementos para distraer conciencias,
pensamientos y acciones en tiempos pasados, hoy nos trae el gobierno de Rajoy,
aparte de sus mentiras e incumplimiento, otros ampliados y distintos para
distraer la atención de los problemas reales que nos aquejan. Los bufones del
presidente se inventan circos con entradas gratuitas para que el público entre
en masa al espectáculo de las distracciones y así, éstos, se inventan leyes
innecesarias, por superadas, para que la plebe entre en su discusión y deje a
un lado lo que realmente importa.
Y así, entrando al trapo, entro
en uno de esos circos, que nada tiene que ver con lo que las Españas necesita,
para convertirme en “tertuliano”, aún a sabiendas que de nada sirve mi
intervención sino para hacer de monigote al bufón de turno. Me refiero a la
nueva ley sobre el aborto que pretende llevar a cabo el de las cejas anchas.
Hacer el juego al juego… de la distracción y de la hipocresía. Si el fuego se
apagó en su día, ¿por qué volverlo a encender? Interesa a los poderosos.
De por si, se sabe que el
aborto es un fracaso y la decisión de hacerlo, un drama para quien tiene la
responsabilidad de tomarla. No es plato de buen gusto tanto para la mujer como
para el hombre el afrontarlo, por lo tanto, cuando ocurre, se hace con dolor y
no por capricho.
La historia del aborto nace con el hombre, sin
duda alguna, y según las culturas, los poderes y las religiones,
así se acomete a lo largo de los tiempos. Por ejemplo, en la
antigua Grecia, Aristóteles, en su libro “La Política” destacó que se puede
autorizar el aborto para el control de la población y Platón también aconsejó
el aborto para evitar la superpoblación. En la Roma republicana el
aborto voluntario de la embarazada no se tenía por delito. Se consideraba al feto como “partio vicerum matris”, así que si la
mujer abortaba no hacía más que disponer de su cuerpo. Es con la llegada del
cristianismo cuando se cambia de actitud frente al aborto y dice que a partir
de la fecundación ya hay vida humana y por lo tanto, considera el aborto como
un asesinato.
Estas consideraciones históricas,
muestra que en muy pocas ocasiones el aborto era considerado como un homicidio
y es el cristianismo quien impone esta idea.
A partir de esta última imposición de
idea es cuando se empieza a preguntar en qué momento del ciclo del embarazo
comienza la vida humana. Sobre el
particular hay diferentes opiniones encontradas e interesadas.
La Iglesia Católica admitía que el
feto no era ser humano con alma hasta, al menos, 40 días después de la concepción.
“La vida humana es un proceso en diferentes estadios. Si bien el
cigoto, el embrión y el feto son organismos vivos, el ser humano formado solo
existe cuando concluye el proceso de gestación: el feto es una realidad que
depende de la madre”.
El Estado español, laico, tiene
resuelto este problema y sus ciudadanos, en su mayoría, asumen esa resolución,
pero he aquí que de buenas a primeras, para meter palitos en candela,… viene el
bufón de las cejas anchas a incordiar, para desviar la atención del desastre de
sus gobernanzas, con el asunto del aborto. Por favor, ¿en qué país vivimos?
Es verdad, y eso lo saben, le duelen,
lo sienten, lo padecen las mujeres, que
abortar es, con toda seguridad, lo último que se plantean ellas. Sus entrañas
se desgarran en esa decisión dolorosa. Las mujeres no desean, no quieren
abortar así porque sí. No es verdad que lo quieran y cuando lo hacen, son bajo
circunstancias muy especiales. Sus conciencias, cuando toman esa decisión, no
están llenas de culpas ni de juicios sin conocimiento exacto de causa, al
contrario. Es injusto que las acusemos de hechos a los que están abocadas por
circunstancias no deseadas por ellas. ¿Quién es quién para acusarlas? ¿Quién es
quién para obligarlas a parir un ser que luego, en la realidad, la sociedad
hipócrita le da la espalda y los gobernantes que hicieron las leyes para que
así fuera, las abandonen a su suerte, dejándolas morir en vida lentamente, bajo
un calvario, por la falta de asistencia?.
Bufón de las cejas anchas, cree,
haga, promulgue leyes a mansalva para ayudar a aquellas criaturas humanas que
con sus leyes obligaron a nacer, que no a vivir, para que su tránsito de vida
sea digna, incluso, en el sufrimiento, y entonces entenderé que, de
verdad, apuesta por la vida y merecerá que deje de llamarle bufón para decirle de usted.
Mientras tanto, deje a las madres ser
madres, en su libertad, que ellas tienen las sabidurías que a usted y a mí nos
faltan, por ser ellas quienes son.
La naturaleza, que es sabia no
necesita de religiones porque sabe que en nombre de éstas ha habido muchos
muertos, y sin embargo, ella, resplandece todos los días.
Y la Naturaleza se manifiesta con
todos su esplendor en las mañana de todos los tiempos.
Simón Candón 18/02/2014
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