Caritas española presentó el
día 10 pasado el VIII informe del Observatorio de la Realidad Social en el que
dice que la “pobreza severa” afecta ya a tres millones de personas en España, o
sea, las personas que viven por debajo de los 307 euros al mes, si a esto se le
puede llamar vivir. Su secretario
general recalcó en rueda de prensa que cada vez es mayor la diferencia entre
los que tienen y los que no. También dijo que una de cada tres personas
atendidas, llevan más de tres años demandando ayuda. Que la familia y los
servicios sociales hasta ahora han tenido un efecto de contención a la crisis y
que ambos se están debilitando. Un 6,4% de la población sufren “pobreza severa”
y esto… es dramático. Los más castigados son las familias con miembros en paro,
los inmigrantes, las familias mono-parentales y la infancia. Los de siempre
salen con los hombros ensangrentados de
tanta carga.
Si tenéis la curiosidad de
leer el mencionado informe, veréis lo demoledor que es y la rabia que te entra.
No solo no se ponen a
trabajar nuestros dirigentes para resolver estos problemas que nos acucian,
sino que se pliegan al gran capital para hacer más pobre al pobre y más rico al
rico y así dominar y mandar éstos sin necesidad de utilizar otras armas que la
“crisis” para ir creciendo cada año más en esa “pobreza severa” hasta llegar a
la beneficencia de la “caridad” de los poderosos para con el pobre. Gracias.
Gracias. Gracias, señor, señora. Muchas gracias. Que Dios le bendiga. Estas son
las expresiones que quieren oír los poderosos de los pobres. Estas frases son
las que quieren oír, con una reverencia de humillación.
Todo esto está ocurriendo
con una virulencia tal que los pasos agigantados de los ricos sienten que su
plan funciona y no están dispuestos a renunciar a él.
Nosotros, los de a pié, los
que elegimos a los que nos dirigen, a esos que una vez elegidos se venden al
gran capital y nos dejan en la estacada.
Nosotros, los de a pie, los
que no tenemos que rendirles cuentas a los grandes capitales, ni a las grandes
fortunas, ni a los poderosos.
Nosotros, los de a pié, los
que estamos humillados, vejados, maltratados, los que sufrimos en nuestras
familias, en nuestros hijos, en nuestros amigos, en nuestros vecinos y en
nosotros mismos los desmanes de los poderosos y nos manejan a sus antojos y
caprichos, tenemos el poder, no ya de invertir los términos, que no es el caso
y que tampoco debemos aspirar a eso, para cambiar el modelo de sociedad al que
hemos permitido que nos lleven, digo, tenemos el poder y la legitimidad de
romper el sistema actual para llegar a un nuevo modelo de sociedad donde seamos
más iguales en derechos y obligaciones.
Nosotros, los de a pié,
tenemos la obligación y el deber ante las generaciones venideras de provocar,
hacer y materializar la ruptura total del sistema actual de una forma no
traumática y mandar a paseo y a sus casas a la actual casta política.
Nosotros, los de a pié, si
continuamos permitiéndoles a esta casta política que hemos elegido, a través de
sus engaños, que nos dirijan y sigamos en el mismo sistema actual, no solamente
irá en alza la “pobreza severa”, sino que con esta, continuaremos en la
dinámica de pasividad en la que estamos y nos culparán, los de a pié, los
nuestros, de apatía, de dejadez y de irresponsables por no haber actuado a
tiempo.
Esta casta política, la que
nosotros, los de a pie, hemos puesto donde está, babeándonos el voto para luego
hacer con él lo que le viene en gana, ignorando todo cuando predijo, dijo y
prometió, tenemos que decirle que su tiempo ha terminado, que se vaya y que lo
único que queremos de ella es que pague su irresponsabilidad de llevarnos en
donde estamos.
Esta casta política se ha
aprovechado y se aprovecha de nuestra confianza, de nuestros esfuerzos, de
nuestros sudores y nos ha traicionado miserablemente por interés propio y en
nombre y obediencia a sus organizaciones de partido y sus bolsillos.
Nosotros, los de a pie, no
tendríamos que dar lugar a que el próximo informe del Observatorio de la
Realidad Social fuera igual o peor que el actual, al contrario, tendríamos que
tener el coraje y las agallas suficientes para romper esa tendencia a la que
nos quiere llevar estos mal nacidos y ofrecerles a nuestra generaciones
venideras, un mundo mejor.
Simón
Candón 15/10/201
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