Plan perfecto. Peones obediente.
Jugada exitosa. Triunfo del Capital. Batalla ganada, como no podía ser de otra
manera, empleando las artimañas de la crisis. De la crisis inventada.
El crecimiento de la clase media
no podía continuar por mucho tiempo. Tampoco se podía consolidar la sociedad
del bienestar. Era y es peligrosa para la Clase Alta. Durante un tiempo la ha
dejado que se lo creyera. Le ha permitido, incluso, que se envalentonara y le
echara el pulso. Y no es que la clase media haya amenazado a la Clase Alta con
su extinción, no, ni mucho menos, al contrario, la clase media ha mimado a la
Clase Alta porque, entre otras cosas, le interesaba para sobrevivir.
Dicho lo anterior, que no es
poco, qué pasa. ¿Qué pasa? Pasa que aunque el Gran Capital continuaba
acumulando beneficios rentables sin parangón alguno comparado con otros
tiempos, veía que las “clases” se iban aproximando en demasía, cosa que no le
interesaba, así que había que hacer algo para parar estas cercanías y
deshacerla lo más pronto posible sin coste alguno para ella (para la Clase Ata,
o sea el Gran Capital) haciendo ver a la clase media que todo lo que estaba y
está sucediendo es solo y exclusivamente responsabilidad de ella y así estar
liberada para acometer con la mayor fiereza posible el ataque y la destrucción
de la misma. Y válgame dios que lo ha conseguido.
El Gran Capital culpa a la clase
media de haber vivido por encima de sus posibilidades, de tomarse caprichos que
ni necesitaba, ni necesita, ni le
correspondía, ni le corresponde, de
derrochar a diestro y siniestro, incluso de ser una descerebrada en sus
actuaciones. Más lejos de la realidad ya que ésta ha actuado en consecuencia
con su condición y con los medios que tenía a su alcance en la aspiración del
ser humano en mejorar sus condiciones de vida utilizando lo que tiene a su
alcance y posibilidades para sí y para los suyos. Pero ¡claro! La “Clase Alta”
no podía, ni puede actuar de manera descarada y altiva. Tenía y tiene que
enmascarar la situación diciendo las patrañas anteriores para justificar su
aptitud sin salir dañada y como salvadora, aparentado ayudar a paliar la
situación de la clase media con medidas menos “dolorosas” que la salvaguarde
del desastre total y para eso utiliza toda su artillería caritativa para
llevarla al convencimiento de que es verdad que ella, la clase media, ha vivido
por encima de sus posibilidades y por eso lo de la crisis. A base de repetir
una y otra vez y machaconamente la misma cantinela de “vivir por encima de sus
posibilidades”, consigue su objetivo. Con esto, ya tiene el Gran Capital la vía
libre abierta para hacer lo que pretendía, que no era otra cosa que quitar de
en medio la clase media para que las que queden sean la clase baja y la Alta y
la distancia entre ellas sea la máxima posible.
La Clase Alta, o sea, el Gran
Capital consigue tener más lucro, desaparece la clase media y por consiguiente,
aumenta la clase media y con ella, la miseria y la pobreza.
La crisis inventada por El Gran
Capital para su conveniencia, es mentira. No es crisis. Son intereses.
De vaselina. Si. Con vaselina nos
la han metido y nosotros sin enterarnos todavía. Estas son las cosas del Gran
Capital, que al final hasta parece que es el bueno y tiene toda la razón.
¡Claro! Y como no nos hemos enterados, por eso no nos movemos y por eso no
gritamos:
¡Maldito! ¡Mil veces maldito!
Simón Candón 18/05/2013
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