¿ES POSIBLE UNA UNIÓN
EUROPEA SIN ALEMANIA?
Trataremos de
dilucidar, a pesar de los pocos datos a los que tenemos acceso, a quién está
beneficiando la situación político-económica de la U. E. Y lo intentaremos a
pesar de que la transparencia, al menos
en estos tiempos de “crisis” que nos han tocado vivir, parece que brilla por su
ausencia. Los datos son escasos, confusos y sesgados, por lo que intentaremos
desenmarañar la madeja lo mejor que nos sea posible.
Es fundamental
partir de una premisa que al parecer, los dirigentes actuales de la U.E. olvidan: la distinción
entre UNIÓN EUROPEA y MERCADO COMUN EUROPEO. El Mercado Común Europeo fue una
institución que surgió para encontrar acomodo a los productos europeos en el
mercado. Es decir tenía una filosofía economicista. En tanto que la Unión Europea nace
como una comunidad política que persigue entre otros fines el desarrollo de los
valores europeos, además de mejorar las condiciones económicas y sociales de
los ciudadanos de nuestro continente.
En el Acta
Fundacional del Tratado de la
Unión Europea , en su declaración de principios, es decir en
el Preámbulo, se cita la herencia cultural, religiosa y humanista, los derechos
inviolables de la persona, la libertad, la democracia, el Estado de Derecho,
etc. Igualmente se confirma en dicho preámbulo la adhesión a los derechos
sociales fundamentales contenidos en la Carta Social de Turín (1961) y el respeto a los
derechos sociales de los trabajadores recogidos en la Carta Comunitaria
de 1989. Se habla igualmente de promover el progreso social y económico de los
pueblos, del desarrollo sostenible, las garantías de que los avances vayan
acompañados de progresos paralelos … En
el artículo 2 del Acta única Europea se profundiza sobre estas cuestiones.
Recomendamos su lectura a las personas interesadas.
Parece que, o bien
los actuales dirigentes europeos no se lo han leído o sencillamente desprecian
olímpicamente esta declaración de intenciones firmada con toda la parafernalia
y protocolo, por todos los Jefes de Estado y de Gobierno de los países
integrantes de la Unión
Europea.
Vayamos al motivo
que da título a estas líneas. Y aquí es donde nos surge la duda de si realmente
los que más se benefician de la
U. E. son a su vez, los que más aportan.
Hay
que tener en cuenta que son fundamentalmente cuatro los conceptos que conforman
los ingresos de la Unión
Europea : Los impuestos sobre importaciones agrícolas (entre
el 1 y 2%), los derechos de aduana o aranceles (sobre el 10%), la cuota sobre
el IVA (aproximadamente el 15%) y la cuota sobre el PIB que supone cerca del 65%
de los ingresos.
En el caso de
Alemania, de los aproximadamente 150.000 millones presupuestados para el 2011,
aportó el 0,73% de su RNB de 2011. La renta nacional bruta de Alemania en 2011
fue de 2.610 millardos de euros (cada millardo equivale a 1.000 millones), es
decir 2.610.000 millones de euros. Por ello la aportación de Alemania a los
presupuestos Europeos fue de 19.053 millones de euros. Concretando en cifras,
la aportación alemana a los presupuestos europeos supone el 12,70% sobre el
total presupuestado. Evidentemente no son los únicos que aportan dinero a la U.E.
Hace tan sólo unos
días, se publicaba la noticia en la prensa alemana de que las ventas al
exterior suponían un 50% de la producción total industrial del país germano. A
eso le añadiremos que el total de exportaciones de la U.E. en 2011 fue de
2.413.897,9 millones de euros, ascendiendo las exportaciones germanas a 1.288.490
millones de euros. Evidentemente mucho más de lo que aportó. Hay que tener en
cuenta que además las exportaciones alemanas, en forma de coches,
electrodomésticos y productos de alta tecnología, se dirigen fundamentalmente a
los países periféricos de la
U.E. Habrá que replantearse si las subvenciones que se
conceden a estos países producen más beneficios a los destinatarios o a los que
teóricamente las conceden. Habrá que ir desmitificando algunos temas. No
debemos obviar que el sistema es malévolamente gemelo, en cuanto a resultados,
al sistema de préstamos bancarios a los que se debe aplicar la famosa fórmula
CRT (Capital x rédito x tiempo). Ejemplo 1.000 euros prestados a 5 años con un
interés del 8 % TAE, se convierte en un
total de 1.400 euros. A eso, en términos coloquiales se le llama usura.
Otro tema de especial
“sensibilidad” a nivel de calle: la fiabilidad de la banca, en este caso la
fiabilidad de la banca alemana. Este tema se responde con una cita del diario
económico “elEconomista.es” de fecha 18 de mayo de este mismo año: “El dato
definitivo que ha hecho público la Autoridad Bancaria
Europea sobre el déficit de capital de las entidades alemanas, que asciende a
13.100 millones, ha hecho saltar todas las alarmas. El Gobierno germano se
plantea reactivar el fondo de rescate bancario …”. Sobran los comentarios.
Dicho en román paladino: los bancos alemanes van a ser inyectados con más de
13.000 millones de euros. ¡Pues menos mal que son entidades financieras
sólidas!.
Uno de los mitos muy
al uso sobre Alemania es la gran solvencia y fortaleza técnica de su industria.
Sin tener en consideración el grado de incumplimientos medioambientales de la
industria teutona que repercuten en terceros países, hay un hecho que llama
poderosamente la atención: las carencias del tejido industrial alemán quedan al
descubierto cuando para conseguir crecer, pasemos por alto cómo y a costa de quienes, necesitan mano de obra
especializada foránea. Es público el llamamiento masivo realizado en los tres
últimos años a los titulados universitarios, españoles y portugueses fundamentalmente,
sobre todo en ramas técnicas. Es más, en la mayoría de las ofertas no exigen ni
tan siquiera el conocimiento del idioma alemán. Si tan mal está la enseñanza en
nuestro país, ¿cómo recurren a nuestros ingenieros y titulados? Algo no cuadra.
Otro dato para la
reflexión: en los últimos dos años han ocurrido dos casos de pandemias, o al
menos de contaminaciones alimentarias graves, en Alemania. El último caso, el
de “los pepinos” dejó en evidencia el control sanitario alemán. En dos meses no
fueron capaces de encontrar el “bichito”, el famoso “E. coli”. Para más INRI,
tuvieron que ser investigadores españoles (de un nivel ínfimo según estos seres
europeos superiores) los que les dijeron cómo, cuando y por qué se produjo la
infección alimentaria. Por supuesto no era culpa del sistema español. Por
cierto que los periódicos germanos y del resto de Europa echaron tierra al
asunto y ni pidieron disculpas por su enorme metedura de pata.
Las indemnizaciones
por tan grave fallo que perjudicó notoriamente a todos nuestros agricultores,
sobre todo a los andaluces, tanto productores de pepinos como de otras verduras,
todavía están pendientes de abonarse. Y el abono, cuando se haga, será con
cargo a los presupuestos de la
Unión Europea no por cuenta del gobierno alemán, como sería
lógico.
Por cierto, que en
el tema de las subvenciones, en el apartado de fondos estructurales, España
encabeza la lista de beneficiarios, seguida de Italia y… ¡Alemania!. En las
subvenciones agrícolas (de las que habría mucho que hablar por lo que
significan de compensaciones por la competencia desleal permitida a países no
comunitarios), la lista de beneficiarios la encabeza ¡Francia!, seguida de
España, ¡Alemania! e Italia. ¡Realmente sorprendente!.
Si el panorama es
similar en el resto de países de la
U.E. surge la seria duda de si una Unión Europea sin Alemania
no sería mejor, económica, política y socialmente.