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martes, 28 de julio de 2015

DESVERGÜENZA, O LO QUE ES LO MISMO: FALTA DE VERGÜENZA TORERA.



Están acostumbrados a dar capotazos a pesar de no tener nada de arte, de no conocer ni por asomo el arte de Cúchares. Tienen el descaro por bandera, pero no el del que encara las cosas a base de pinceladas de genialidad en cualquiera de las facetas de la vida. No se sonrojan cuando mienten y lo hacen a diario con inusitada frecuencia, en muchas más ocasiones de las que debieran. Su patrón de comportamiento no sólo no sigue pautas de ética y moral, sino que camina por senderos opuestos a las dos virtudes mencionadas. Desprecian la honradez y en círculos cercanos la ponen como mal ejemplo, como algo que no se debe seguir. Se sienten impunes y se dedican a elaborar normas legales para asegurarse la impunidad. Tienen la creencia de que engañan a los ciudadanos a los que consideran memos solemnes.

¡Exacto, amigo lector, lo has adivinado: nos estamos refiriendo a la clase política española y en muchos casos a la clase política europea!.

No hay otra explicación, no se puede entender que personajillos que en su vida han hecho nada destacable, que en muchos casos están cortitos (por ser generosos) de preparación técnica, humana, cultural y social, se dediquen con todo el descaro del mundo a la política, a elaborar leyes, reglamentos, directrices, normas de variada categoría, etc. No se entiende que profanos en la materia establezcan las líneas maestras en temas de tanta importancia para una sociedad avanzada como son la economía, la cultura, la enseñanza, la sanidad… Y además tienen el cinismo de afirmar que los demás se equivocan, que todo el mundo está en el lado erróneo, cuando las posiciones de la ciudadanía son contrarias a lo que a ellos les interesa (en esta palabra está la clave del por qué de sus comportamientos).

No es normal que personajillos, con cargos muy importantes, eso sí, implicados en corruptelas, mangoneo y estafa social, sigan apareciendo en los medios de comunicación, con la complicidad de una parte de la clase periodística, tratando de dar lecciones de moralidad a los ciudadanos, cuando están metidos en el fango pestilente de la corrupción hasta el cuello.

Porque aquí, al parecer no sólo es una costumbre hispana, sino un juramento implícito a la toma de posesión del carguillo asignado al que acompaña una generosa nómina y prebendas variadas, que aquí es este país llamado España, no dimite ni el gato. La presunción de inocencia llega a extremos de auténtico cinismo. En cualquier país cuando alguien es acusado formalmente por una falta (no es necesario que sea delito, con que esté mal visto socialmente es suficiente), presenta su dimisión. ¿Aquí? No se ría usted amigo lector, porque es para echarse a llorar.

Es necesaria una regeneración de verdad, una estructura social que dote de valores morales, éticos y de dignidad al desarrollo de cualquier cargo público que represente la voluntad expresada por los ciudadanos. Porque a los trabajadores de la administración ya se les impone la disciplina y los comportamientos que tienen obligación de tener, y nos parece muy bien.

Es preciso que nuestra sociedad se dote de los mecanismos necesarios para que la tolerancia que sufrimos ante estos comportamientos desvergonzados desaparezca. Y una cosa más: es preciso, indispensable, que los periodistas dejen de obedecer las órdenes que surgen desde las instancias del poder y cumplan con su obligación: informar a la ciudadanía.

Nino Granadero.

martes, 21 de julio de 2015

TE ECHO DE MENOS


Desde hace ya algún tiempo estamos inmerso en una “globalización” que fue inventada para someter más fácilmente a las naciones en su conjunto que una a una, ya que de esta última forma costaría más trabajo y llamaría más la atención al mundo en general. Someter a todas las naciones a los designios e intereses del gran capital, no es tarea fácil y hubo que inventar “la globalización”. La globalización no es ni más ni menos que una estrategia para ganar una guerra, no una batalla, no, una guerra  y ganar esa guerra era de vital importancia para el gran capital. Se dice que la democracia es el sistema menos malo para la mejor convivencia entre los hombre, pero el empleo de la palabra democracia es la tapadera de las dictaduras. Las marionetas se mueven a través de hilos y los hilos los manejan quienes los tienes. El Grupo G-7 es su tenedor y los utiliza a sus intereses y antojos y no hay que darle más vuelta.

Cuando por primera vez escuché “mundo globalizado”, me dije: aquí hay algo más que buenas intenciones. Ha pasado algún tiempo desde entonces y veo las consecuencias a la que nos ha llevado el “mundo globalizado”. La esclavitud de grilletes y cadenas a las naciones globalizadas, sumisas a las directrices de los intereses económicos del mundo “civilizado globalizado”.

Al mundo globalizado le interesa, principalmente, como beneficios potenciales, los resultados económicos y se marca como objetivos fundamentales la eficiencia del mercado; la mejora en la comunicación y cooperación internacional, con el objeto de llevar un mejor aprovechamiento y explotación de los recursos; el impulso al desarrollo científico-técnico por ser lucrativo; a la capacidad de maniobra frente a las fluctuaciones de las economías nacionales y a la eliminación de las barreras de entrada del mercado laboral, financiero y de bienes y servicios, por contra corre los riesgos de la irresponsabilidad de empresas y multinacionales; el aumento de desequilibrios económicos, sociales y territoriales; el descuido sobre los índices de desarrollo humano: aumento de la pobreza y la pérdida de factores que no se adapten a la competencia.

Al capitalismo le conviene, le interesa la crisis y por eso la provoca, lo mismo que la globalización. De unos años a esta parte, la crisis se ha cebado con esta parte del mundo “globalizado”. El “estado del bienestar” sobrepasaba los límites establecidos por los globalizadores y,  por lo tanto, había que romper esa tendencia nefasta para los inventores y entonces,  van, descuidan los índices de desarrollo humano, aumentan la pobreza y provocan la crisis. Resultado, el perseguido por el capital, hacer más pobre al pobre y más rico al más rico. Es como el río, su destino es morir en el mar.

En todo esto, los ciudadanos, los pueblos, las naciones del mundo no cuentan para nada. Son meros espectadores bajo el telón del circo de la globalización.

Pasó en Italia, globalizada, el gobierno elegido por los ciudadanos, por el pueblo, por la nación, fue sustituido por los “dueños” del circo porque no daba la talla del espectáculo.

Ocurre en estos días en Grecia, globalizada, que en contra de lo que deciden democráticamente sus ciudadanos, sus pueblos, la nación, a los “dueños” del circo, no les parecen bien y van le ordena que deshaga lo decidido y como castigo, la humilla y la machaca sin consideración alguna para plegarse a los interés del espectáculo, del circo.

Lo mismo les ocurre a las otras globalizadas, que ni siquiera nombro, donde los ciudadanos y sus pueblos no pintan nada al estar encerrados bajo el telón del circo de la globalización, siendo meros espectadores del espectáculo que en cada momento interesa a sus “dueños.

¡Qué grande es la palabra libertad!

Te echo de menos.


Simón Candón 20/07/2015

miércoles, 1 de julio de 2015

DRACMA, QUE NO DRAMA


Cuando a la UE, el núcleo inicial, por aquellas fechas con aspiraciones tan sólo de mercado común (con minúscula, las mayúsculas vinieron después), se le quedaron pequeños los límites, empezó a madurar la idea de ampliar el MC (ya con mayúsculas). La idea inicial, fundamental y mercantilista era ampliar el campo para vender los productos manufacturados de los países industrializados de Europa. Para nada subyacía la idea de una gran unión de naciones que tuviera la solidaridad por objetivo, la unión entre los pueblos, la participación de los ciudadanos en un proyecto común, ni mucho menos el enriquecimiento cultural de los pueblos que conforman Europa.

Todo era más simple y más prosaico: había que conseguir abrir nuevos mercados donde vender los excedentes industriales. El núcleo duro, del entonces Mercado Común, estaba constituido por Alemania, Francia e Inglaterra a las que se añadió, haciendo galas de sus dotes innatas de diplomacia, Italia, siempre presente en la alta política en concordancia con la tradición del príncipe Maquiavelo.

Ahora, cuando Grecia, la burbuja griega no contributiva, le ha estallado en las manos al núcleo duro de la UE representado por los altos financieros del BCE, se demoniza al pueblo griego. Se dice que los griegos son derrochadores, vividores, inconscientes y desvergonzados. Los que dicen esto, obvian que fueron ellos los que forzaron la maquinaria para que Grecia pidiera su entrada en la UE; y la forzaron para colocar sus coches, sus televisores, sus frigoríficos y sus cocinas. Pero además lo hicieron de una forma alevosa: admitiendo, a sabiendas, datos falsos. No podemos olvidar quién fue el “padre” del informe sobre la situación económica de Grecia antes de ser admitida en la UE. Esos datos, interesadamente falseados, fueron premiados con el ascenso del autor del felón informe a las máximas alturas de las finanzas europeas. Y ahora se quejan los prebostes europeístas de que los griegos no cumplen, les mandan los hombres de negro para imponer estrecheces a los ciudadanos y asegurar que la banca, siempre está detrás de la especulación en todas sus formas, recoge los dineros prestados y la usura de los intereses.

Se plantea el problema en términos de drama: la salida o expulsión (queda mejor el segundo término para el orgullo teutón dominante) puede romper la baraja y el equilibrio de la UE. ¿Qué equilibrio?, el impuesto por los países grandes en su propio beneficio. El drama se proyecta como una sombra de mal agüero para los ciudadanos comunitarios. Ahora, cuando se vislumbran pérdidas si se utiliza el concepto de “ciudadano”, a la hora de reparto de dividendos bancarios y de beneficios empresariales sólo hay accionistas privados. Como siempre: las ganancias son privadas y las pérdidas se socializan.  

El Drama no es para la ciudadanía, dejemos clara la cuestión. El Drama es para el sector financiero, para los especuladores que utilizan el dinero ajeno en beneficio propio y que ven el peligro de no poder llenar sus arcas. ¡Y eso que han impuesto estrecheces a los ciudadanos griegos, españoles, portugueses, italianos, franceses, alemanes, holandeses, etc. (¡OJO SOLO A LOS CIUDADANOS!) para asegurar rendimientos a sus accionistas basados en el sacrificio y en la rapiña!. Es imponer la máxima de los acreedores: conseguir plusvalías aún a costa de la honestidad, de la privación de derechos básicos de las personas y de cercenar el futuro de los pueblos.

El drama del pueblo griego no es tal. Los griegos tienen una salida airosa a la que tiene derecho el pueblo heleno: volver al dracma. Y si para ello tienen que votar NO el domingo, los ciudadanos europeos, por mucho que nos intenten mediatizar con los medios de comunicación, lo vamos a entender. Por encima de intereses sectarios y torticeros está la libertad, la dignidad y la honra de los ciudadanos griegos. Aquí está en juego algo más que el futuro del pueblo griego: está en juego la dignidad y la honra de todos los ciudadanos europeos, frente a los intereses espurios de unos pocos.  El drama se queda para los financieros especuladores y vampiros, siempre ansiosos de chupar la sangre al pueblo.


Nino Granadero